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¿Aprenderá Occidente? Por Boaventura de Sousa Santos

Boaventura de Sousa Santos es sociólogo y profesor catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal).


Se está celebrando en Dakar (Senegal) el XI Foro Social Mundial (FSM). Es la segunda vez que se reúne en África (la primera fue en 2007, en Nairobi), lo que demuestra el interés de sus organizadores en llamar la atención sobre los problemas africanos y el impacto que tienen en el mundo. Difícilmente podían suponer que, en el transcurso del Foro, el norte de África sería el foco de los noticieros mundiales y las protestas sociales contra la crisis económica y las dictaduras apoyadas por Occidente serían tan vigorosas, tan contagiosas y tan fundadas en uno de los principios básicos del FSM, el de la radicalización de la democracia como un instrumento de transformación social.

 

La solidaridad del FSM con las luchas sociales en el norte de África tiene raíces y razones que escapan a los medios de comunicación occidentales o que éstos abordan en términos que revelan la doble dificultad de Occidente de aprender con las experiencias del mundo y ser fieles a los principios y valores de los que dice ser guardián. Desde su creación, el FSM ha estado advirtiendo sobre la insostenibilidad económica, social, política y ambiental del actual modelo económico neoliberal, dominado por el capital financiero desregulado, y sobre el hecho de que los costes mundiales derivados de este modelo no se confinaran a los países menos desarrollados. La agitación social en el norte de África tiene una de sus raíces en la profunda crisis económica que la región atraviesa. Las protestas sociales de las últimas semanas en Egipto no pueden entenderse sin las huelgas en el sector textil en los últimos tres años, las cuales, a pesar de haber sido violentamente reprimidas, no merecieron la atención de los medios occidentales. Diez años después de que el FSM alertara de la situación, el Foro Económico Mundial (FEM), reunido hace unas semanas en Davos, declaró que el agravamiento de las desigualdades sociales es el riesgo más grave (más grave que el riesgo de la degradación ambiental) que el mundo corre en las próximas décadas. Lo que el FEM no dice es que este riesgo deriva de las políticas económicas que defendió durante toda la década. Como un buen club de ricos, puede tener atisbos de mala conciencia, pero no puede poner en tela de juicio su escandalosa acumulación de riqueza.

 

Vista desde el FSM, la crisis del norte de África significa el colapso de la segunda frontera de la Europa desarrollada. La primera está constituida por Grecia, Portugal, España e Irlanda. Con las dos fronteras en crisis, el centro se vuelve frágil y el "material" del eje franco-alemán puede pasar en breve del acero al plástico. Más profundamente, la Historia muestra que la estabilidad y la prosperidad de Europa comienza y termina en el Mediterráneo. ¿Por qué Occidente (Europa y América del Norte) no aprende de la historia y los hechos? Para el FSM, Occidente sólo aprenderá cuando lo que está ocurriendo en las periferias se parezca demasiado a lo que sucede en el centro. Tal vez no tarde mucho, y el problema es que entonces puede ser demasiado tarde para aprender.

 

La solidaridad del FSM con el norte de África tiene otra raíz: el respeto incondicional por su aspiración democrática. En este aspecto, la hipocresía de Occidente no tiene límites. Su objetivo es el de garantizar la transición pacífica de una dictadura pro estadounidense y pro israelí a favor de la ocupación colonial de Palestina por parte de Israel, antiiraquí, a favor de la libre circulación del petróleo, a favor del bloqueo sobre la Franja de Gaza, anti Hamás, a favor de la división Fatah/Hamás hacia una democracia con las mismas características. Sólo así se explica la obsesión por detectar fundamentalistas en las protestas y en falsificar la naturaleza política y social de los Hermanos Musulmanes. Los intereses de Israel y del petróleo no permitirán a Occidente ser alguna vez coherente en esta región del mundo con los principios que proclama. No aprendió con los cien mil muertos que resultaron de la anulación (a la que dio entusiasta apoyo) de la victoria democrática del Frente Islámico de Salvación, en las elecciones de Argelia, en 1991. Ni aprendió con la conversión de la franja de Gaza en el más repugnante campo de concentración, como consecuencia de no reconocer la victoria electoral de Hamás, en 2006. ¿Será que Occidente sólo aprenderá cuando sea postoccidental?

 

 

Dakar, 10 de Febrero 2011.

 

Traducido por Antoni Jesús Aguiló y revisado por Àlex Tarradellas.