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"El anti-racismo blanco no nos salvara", por Sadri Khiari y Houria Bouteldja

 

"¿Pero que es lo que quieren, los Indigenas1? Aquí tenemos algunas de sus ideas entre los más importantes, publicadas en las columnas de medios de comunicación creíbles y respetados, y sin embargo, se quejan. Somos lo que la escena intelectual francesa se ha producido, si no mejor, al menos más cerca de ellos y, sin embargo nos tiran sus zapatos a la cabeza. Hmm, yo siempre pensé que eran sectarios." (Alguien).

 

Uno tras otro, a unos días de diferencia, Rue89 ha publicado dos importantes contribuciones, un artículo de Jeremy Robine titulado "Para superar la cuestión racial, tenemos que empezar por ponernos manos a la obra", y una entrevista con Eric Fassin cuyo título no es menos explícito: "La política de identidad nacional ha construido una Francia blanca". Al ser textos de intervención, suponemos que sus autores habrán incluido en sus reflexiones políticas lo que les parece ser más acertado (por lo tanto nos abstendremos de comentar sus otras publicaciones).

En una primera lectura, nos sorprende la correspondencia - hasta en las formulaciones – de algunos de los análisis propuesto por estos autores y los que defienden l@s Indígenas de la República desde hace varios años. Vamos a añadir, sin falsa modestia, que el constatarlo nos ha producido una  gran satisfacción.

Siendo ya un tema sensible en el debate público desde hace algún tiempo, una doble toma de conciencia de la cuestión colonial y racial ha emergido en un primer lugar en el ámbito académico y después, más recientemente, en las controversias políticas. Las intervenciones de Robine y Fassin nos parecen tanto más valiosas cuanto que a partir de ahora se expresan de una manera desinhibida en las columnas de los medios de comunicación más importantes.

 Por lo tanto, podemos felicitarnos por ello. Sin embargo, hay un pequeño pero. Este progreso se lo debemos a la gran Marcha de 1998 que conmemoraba la abolición de la esclavitud y al Llamado de l@s Indígenas de enero del 2005, que fue seguido de cerca por la movilización contra la ley del 23 de febrero del 2005, y en especial por la revuelta de los barrios populares en noviembre del mismo año. Pero los nuevos problemas que se afirman sobre la racialización estructural de la sociedad y del Estado francés solo han podido obtener cierta legitimidad en el debate público a partir del momento en que los académicos blancos se han apoderado de ello.

 Esperemos, sin embargo, que sus trabajos contribuyan eficazmente a la reflexión por parte de las fuerzas políticas blancas que se preocupan sobre el aumento del racismo. Esperemos también - ya que la sociedad racial esta construida así - que a través de sus escritos, hayan dado luz verde a l@s investigadores indígenas, hasta ahora tímid@s en emprender esta dirección .

 ¡Nunca los intelectuales blancos han estado tan lejos!

 El artículo de Jeremy Robine y la entrevista presentada por Eric Fassin tienen una característica común que nos parece interesante destacar. Su característica común es su punto ciego. Nunca, o por prudencia digamos rara vez, en Francia, l@s intelectuales blanc@s que tienen acceso a los medios de comunicación han estado tan lejos de la explicación de la cuestión racial, no como cuestión   sociológica sino como el conjunto de las implicaciones políticas.

 Paradójicamente, sin embargo, ambos parecen quedar atrapados en un discurso que en sí no está libre de los males sociales que denuncia con tanto acierto. El-la indígena no aparece en él. O, por no decirlo en un lenguaje en el que tal vez no se reconozcan, su discurso no oculta, por supuesto, la presencia de  aquell@s que son racialmente dominad@s sino su existencia como sujetos de la historia que se esta configurando, su existencia como actor@s de relaciones de poder que se están construyendo, como cuerpo social y político que actuá, como fuerza que determina y transforma la sociedad francesa.

 ¿L@s Negr@s, Árabes y Musulmanes que viven en Francia serían un tipo de materia inerte sobre la que se construye el racismo? ¿Serían únicamente las sombras proyectadas por el racismo de l@s Blanc@s? Estamos tentados de creerlo cuando leemos Robine y Fassin.

 No se menciona ningún tipo de forma de resistencia

 Es significativo, por ejemplo, que en sus dos intervenciones, no se hace mención alguna – o entonces tan marginal que se nos habrá escapado – a la multiplicidad de las formas de resistencia por parte de las poblaciones procedentes de la inmigración colonial frente a la opresión racial. Ni se menciona su impacto directo o indirecto, a nivel de un barrio o de todo el país, sobre la sociedad blanca, como tampoco se menciona el impacto de esas resistencias sobre sí mism@s.

 Al leer sus textos parece como si el racismo fuera un problema que sólo afectase al campo político blanco. Básicamente, Fassin lamenta que el PS, bajo la presión de la derecha que está bajo presión de la extrema derecha, siga siendo incapaz de enfrentarse a la cuestión racial; Robine, por su parte, mantiene la esperanza de un cambio iniciado por Hollande que llevara a que la lucha contra el racismo volviese a ser un componente de la identidad política de la izquierda.

 Podríamos ver en ello una intención laudable si nuestros dos actores tuvieran el cuidado de recordar que l@s Negros, l@s Árabes y l@s Musulmanes no son solamente víctimas de racismo, sino también necesariamente l@s primer@s actor@s  de la lucha anti-racista y que es de ell@s y no de la izquierda o de François Hollande que hay que esperar la apertura de una nueva etapa en la historia de la lucha  contra la racialización de las relaciones sociales.

 El invariable del anti-racismo blanco

 Decididamente, el famoso lema "No toques a mi amigo"2 tiene mucha cuerda. Al igual que Ariel Sharon, SOS-Racismo sobrevive únicamente bajo asistencia artificial. Por desgracia, uno de sus principales fundamentos ideológicos sigue siendo operante dentro de la izquierda y la extrema izquierda: el anti-racismo es en primer lugar el asunto de l@s Blanc@s, del-de la buen-a Blanc@ que protege a su “amig@” Árabe o Negr@ contra el-la mal-a Blanc@.

Por supuesto, se nos dirá, que nada impide al"amig@" asociarse con el buen-a Blanc@. Y si, antes de considerar la idea de crear solidaridades con l@s Blanc@s, persiste en querer defenderse por sí mism@, en decidir su estrategia de defensa, en organizarse, en existir por sí mism@, entonces será acusad@ de ser mal-a  "amig@", nul@ , sectari@, comunitarist@, vengativ@, y otras idioteces que escuchamos a lo largo de los años.

 Bromas aparte, es interesante notar que, a pesar de las profundas diferencias que existen entre las declaraciones de l@s ideólog@s de SOS y las de Robine y Fassin, sigue persistiendo un aspecto invariable sobre el que ambos deberían interrogarse en el interior mismo de las problemáticas que les conciernen: simplemente el olvido de que l@s Negr@s y l@s Árabes no se contentan con recibir golpes esperando a que l@s Blanc@s racistas y anti-racistas resuelvan su problema entre ell@s.

 En realidad, es duro pero hay que decirlo, sin las luchas indígenas, Robine Y Fassin no existirían. Por lo menos, como participantes mediatizados sobre la cuestión racial. El ámbito académico, editorial y los medios de comunicación, así como las fuerzas políticas blancas, habrían permanecido obstinadamente cerradas a las cuestiones coloniales y raciales.

 Autonomía política para l@s militantes de origen inmigrante

 El debate actual revela, por lo tanto, progresos ciertos, pero también permanencias inquietantes que confirman las observaciones hechas en un texto publicado en la pagina web de los Indígenas de la República, titulado "Más allá de la frontera BBF" (Blanchard, Benbassa, Fassin, aunque muchos otros nombres hubieran podido ofrecernos sus iniciales).

Estas personalidades han tenido el mérito de hacer audibles las cuestiones raciales y post-coloniales en la escena intelectual y política. Sin embargo éstas se han erigido en representantes de la zona de radicalismo en el campo anti-racista, esbozando así una frontera cuyo límite solo ellas tienen la legitimidad de modificar  y mas allá del cual las posiciones defendidas serían acusadas de extremismo, sectarismo, infantilismo y muchos otros vicios sin reconocer.

 De este modo toma forma como un intento de recuperar el control de una dinámica intelectual y política iniciada por fuerzas no-blancas para integrarla dentro de la izquierda, después de haber eliminado lo que la volvía molesta a su parecer.

 Al mismo tiempo en que se hace un esfuerzo para que la izquierda anti-racista se apropie de la cuestión racial, los movimientos militantes originarios de la inmigración y de los barrios populares se ven rechazar su voluntad de existir en completa autonomía política. Si queréis pelear, nos dicen, hacedlo en el gran marco de la gran casa de la izquierda. No nos atrevemos a añadir que en la izquierda, siempre se nos ha reservado el cuarto del servicio.

 Al igual que otros, Fassin y  Robine se niegan a reconocer que la conflictividad entre l@s Blanc@s y no Blanc@s no sólo es políticamente estructurante. Sino que, por esta precisa razón, implica antes de cualquier indicio de convergencia con otros que ellos mismos, el reconocimiento práctico del derecho de l@s Indígenas a construir su propia independencia política. A definir sus propios problemas, para decir no, tanto a la derecha como a la izquierda, para comprometerse al lado de todas las luchas anti-imperialistas y anti-colonialistas, incluídas las resistencias armadas palestinas, a pesar de que éstas no se inspiren en las referencias universalistas de la izquierda sino en sus propios recursos culturales, es decir, por ejemplo, en el Islam.

 En pocas palabras, ser coherentes acerca de la cuestión racial supone admitir, felicitarse y alentar la subida en fuerza de un movimiento indígena para el cual el centro se encuentra en primer lugar en sí mismo y el que se define primero en función de sus proprias causas. Esta será la condición de nuestra generosidad.

 La esperanza de ser salvad@s del racismo de l@s Blanc@s por l@s propri@s Blanc@s

 Este paso decisivo que les haría entrar francamente en el campo de l@s no-Blanc@s, ni Fassin ni Robine no lo realizan en los artículos de los que estamos hablando. A pesar de la claridad indiscutible que es la de ellos sobre cuestión racial, sus declaraciones expuestas en la Rue89, tienen, lamentablemente, un olor bien conocido.

 Ya hemos citado a SOS-Racismo, ahora sentimos la tentación, al riesgo de ser algo mal@s,  de mencionar a Albert Camus. En ciertos aspectos, las posiciones políticas que se reflejan en estos artículos están más cerca de la actitud del autor de "La Peste" con respecto al movimiento argelino de liberación nacional que de la de l@s “portadores de maletas”3 (nombre dado a la red francesa de apoyo al FLN organizada por Francis Jeanson cuyo rol era transportar fondos y papeles falsos para l@s agentes del FLN que operaban en la metrópoli) que no dudaron en traicionar a su campo supuestamente natural para unirse con su verdadero campo.

 Si Robine y Fassin no se abstienen ante los conflictos raciales actualmente al orden del día en Francia, podemos preguntarnos si su principal preocupación no sería convencer al mundo blanco de cortar por lo sano una infección que infecta y neutraliza en parte a su izquierda, antes de que l@s Negr@s, l@s Arabes y l@s Musulmanes se impongan por ell@s mism@s, con su radicalismo, su deseo de autonomía en el campo político y, sólo Dios lo sabe, con alguna reivindicación que revolucionaria demasiado los "valores" del mundo blanco.

 Por último, a nosotr@s l@s indígenas, sólo nos dejan como ideal la esperanza de ser salvad@s del racismo blanco por... l@s Blanc@s, a partir de ahora lúcid@s, e integrarnos en una sociedad reconciliada según normas y modalidades que, al menos en parte, no habremos elegido.

¡Que no se nos mal interprete! Si hemos elegido comentar, sin concesiones, las intervenciones de   Robine y Fassin es porque su trabajos son útiles e interesantes (no se nos habría ocurrido hablar con Yvan Rioufol  y Eric Zemmour).

 También es que vemos en ello la expresión de tendencias contradictorias y posicionamientos inestables que cruzan el espacio del anti-racismo blanco atrapado entre la espada y la pared, por un lado con el racismo de estado partidista y popular cada vez más manifiesto y por el otro lado con una resistencia indígena que, aunque desordenada y vacilante, ve sin embargo como crece su fuerza. Aunque por el momento es bastante minoritario, el  anti-racismo blanco radical también existe. Lo encontramos en las luchas en las que sus militantes se implican permanentemente para darnos la razón. 

 

Traducido por D. M. Ruiz García.

 

 

  


1 El concepto de indigène (indigenas) aquí tiene un sentido particular en la historia colonial francesa. El imperio francés usaba el término indígena para hablar de los sujetos coloniales en todas sus colonias. El Movimiento de los Indígenas de la República en Francia se compone principalmente de jóvenes frances@s de origen african@, árabe, magrebí musulmán y antillan@, nacid@s y criad@s en Francia, que viven la experiencia del racismo colonial y las consecencias de ello, la marginación social y la explotación.

 

2"Manos fuera de mi amigo", lema difundido por SOS Racismo, una organización anti-racista, fundada en 1984 y vinculado al Partido Socialista Francés.

 

3 La red Jeanson (réseau Jeanson) era un grupo de activistas franceses que apoyaban al Frente Nacional de Liberación (FLN) algerino durante la guerra de Algeria. Actuaban principalmente colectando y transportando maletas de dinero y de documentos falsos.