Islamofobia: cuando los blancos pierden su triple A
por Houria Bouteldja, miembra del PIR.
En primer lugar, Francia es una entidad que no podemos esencializar. Decir que "Francia es islamófoba" o que no lo es, no significa nada porque está travesada por conflictos políticos.
Por el contrario, podemos decir que hay un sentimiento dominante en la opinión que refleja una creciente hostilidad hacia el Islam y los musulmanes. Creo, por mi parte, que en Francia estamos presenciando una regeneración del racismo a través de la islamofobia que es sostenida por los medios de comunicación y los principales partidos políticos con un propósito muy específico.
La derecha y la extrema derecha la sostienen notoriamente pero igualmente la izquierda institucional representada por el PS. La extrema izquierda no se queda atrás. Recordemos que la prohibición del velo en las escuelas ha sido apoyada por grandes sectores de la extrema izquierda en la década de 2000.
Si esta ideología cubre un amplio espectro político entonces podemos decir que la islamofobia es ampliamente compartida. Va mucho más allá de los partidos políticos. Si en cuestiones tales como el matrimonio gay, por ejemplo, la división izquierda-derecha persiste relativamente, no es el caso para la islamofobia.
Islamofobia, un racismo de Estado
No creo que debamos hablar de "sentimiento" para la islamofobia. De hecho, a menudo se utilizan las palabras como "representación" e "imaginario" a pesar de que la islamofobia esté institucionalizada. De hecho, existen leyes islamófobas.
La Ley de 2004, por ejemplo, es una ley contra las niñas que llevan el velo, es una ley que ha transformado - yo diría incluso traicionado - el espíritu de laicidad de la ley de 1905. El secularismo en efecto significa neutralidad del Estado: el Estado no tiene religión, es neutral, por lo que no es ateo ni agnóstico. Con la ley de 2004, la neutralidad, que es un deber del Estado, se convierte en un deber de los ciudadanos.
Hablar de sentimiento de islamofobia es un eufemismo. La islamofobia es antes que todo un racismo de Estado. Digo un "racismo" porque la palabra "islamofobia" puede parecer vaga. Existe un debate para determinar si más bien hay que decir "islamofobia" o "musulmanofobia”. Para mí, la clave está en definir el término. Que hablemos de islamofobia o musulmanofobia importa poco, lo que hay que entender detrás de lo que es un racismo de Estado.
Este racismo no tiene otro propósito que mantener a una población en una situación subordinada. El mismo término de "musulmanes" ya es un problema en sí mismo. Yo soy musulmana, pero hace 25 años yo no era considerada musulmana, a pesar de que sí lo era. En ese momento, yo era una "beurette"[1] o un "producto de la inmigración". Identificarme yo misma como musulmana no es un problema, incluso es un orgullo. Por el contrario el hecho de que me perciban directamente como musulmana me molesta. Debido a que los no musulmanes no son distinguidos a priori por su religión. Es una forma de definir a los ciudadanos de acuerdo a categorías y clasificaciones establecidas por las políticas y el debate público. Se clasifica automáticamente a toda la población, sin distinguir entre los que son musulmanes practicantes, agnósticos o incluso ateos. Se nos coloca en la categoría de musulmán, independientemente de nuestra subjetividad.Clasificado automáticamente como ciudadano de los problemas
Yo diría que "musulmán" puede ser entendido como "habitante de los barrios populares". Es a veces un eufemismo para decir "suburbio". Por mi parte, no me gusta ser colocada automáticamente en esta categoría porque no soy ama de esa definición. Su contenido es despectivo, se asocia con el terrorismo, con la violencia, con el fundamentalismo. Se me escapa. Es esta impotencia y esta condición que hacen de mí una indígena de la República. La carta sobre el Islam que quiere hacer adoptar la UMP no es ni más ni menos que un nuevo código indigenista. Cuando hablamos de musulmanes, se habla siempre de una categoría de población problemática que debe mostrar sus credenciales, denunciar el terrorismo y a Bin Laden. O, por ejemplo, no se pide a los corsos lambda condenar los ataques sobre su isla, y con justa razón, ya que son atentados políticos que no deben ser asumidos más que por sus autores. Nosotros los musulmanes, todos somos culpables. La paradoja es que, para muchos, es a partir de esta identidad que va a llevarse a cabo la lucha. Afirmarse musulmán a partir de nuestra propia definición es una manera de escapar de la definición estatal que nos envuelve. Los antillanos dirían que nosotros enmaromamos, en referencia a los negros cimarrones, esos esclavos que se escaparon y que fueron capaces de preservar su modo de vida africano.
La fuente de la islamofobia es el Estado y la política internacional. La guerra contra el "eje del mal" ha producido islamofobia a escala internacional, que se refleja en las políticas francesas y que luego explota al interior en el debate francés.
En cuanto a los medios de comunicación, el caso de Charlie Hebdo en el pasado mes de septiembre muestra una asimetría en términos de libertad de expresión. Si bien es cierto que Charlie Hebdo se apegó mucho en el pasado a la religión católica, no se menciona que es un periódico de blancos que critica la religión “de blancos” o considerada como tal.
Si Tariq Ramadan se tomara la libertad de hacer lo que Charlie Hebdo ...
Si Tariq Ramadan tomara la libertad de hacer exactamente lo que Charlie Hebdo hace, sea vis-frente a judíos o a católicos, se le daría una paliza. ¿Usted se imagina la portada de un periódico musulmán con el Papa o un rabino con una bomba sobre la cabeza? Lo que resulta libertad de expresión para todos sigue siendo en realidad el privilegio de la población dominante. Es obvio que si permitimos hacer la milésima parte de eso, criticando a los católicos o la religión judía, el campo político en su conjunto estaría contra de nosotros. ¡!!!E incluso los los sacerdotes más comelones!!! Se admite que Charlie Hebdo critique la religión católica, pero no se admitiría que nosotros lo hiciéramos en su lugar. Las verdaderas preguntas que hay que plantear son: ¿A quién se le permite criticar? Y ¿qué es lo que se nos permite criticar? Finalmente los periodistas de Charlie Hebdo se hacen pasar valientes resistentes de la islamización sin cuestionarse verdaderamente sobre el Islam en el contexto francés. En Francia, el Islam es, en primero, la religión de los pobres y de los inmigrantes, por tanto de un segmento de la población que no tiene ningún poder político, económico o mediático. Atacan a una población que no tiene posibilidad de responder con tanta fuerza como aquellos que dan los golpes.
A menudo, hago un paralelo con los años 30 y el debate sobre la libertad de expresión en la religión judía. ¿Se encontraría un responsable, desde un punto de vista político, de criticar a los judíos en los años 30, cuando eran víctimas de antisemitismo de Estado? A menudo, nos referimos a lo que sucede en Arabia Saudita o en otros países musulmanes. Si yo estuviera en Arabia Saudita, por supuesto que criticaría la política del Estado saudí. Pero estamos en Francia y el Islam es una religión minoritaria y dominada.
Islamofobia, miedo irracional y síntoma de declive
Para entender el aumento de islamofobia, hay que analizar la situación actual. Actualmente estamos en un contexto de crisis económica global, una crisis de declive la identidad europea a frente a los países emergentes, China, India, etc.
La identidad europea blanca que ha dominado el mundo durante 500 años está en fase de declive. ¿Y lo que expresan las voces - a menudo histéricas - que surgen en los medios de comunicación contra el Islam, son en el fondo el miedo a la decadencia? ¿Cuál es la razón de este miedo irracional? Los blancos pierden su centralidad histórica, su triple A, de alguna manera, y miran en todos los no blancos, erróneamente asociados, al Islam una amenaza a su identidad. Después de haber dominado durante siglos, se dan cuenta de que los demás quieren, como ellos, vivir y afirmarse, transformar el orden establecido por el racismo y el colonialismo lo que de hecho significa una pérdida de poder y privilegios relacionados. Los que cuestionan este orden, por justas razones, para exigir su derecho y su lugar pleno y entero, los que cuestionan las discriminaciones son también percibidos como invasores.
La resistencia indígena es percibida como terrorífica, ilegítima y abusiva a pesar de que lo que se cuestiona en el medio de la inmigración y de los barrios populares es en principio la igualdad de tratamiento y de derechos. Las reivindicaciones que no me parecen insensatas, pero que lo son para aquellos y aquellas que están luchando para salvaguardar sus privilegios, su status y que en el mismo movimiento están presionando para que los "musulmanes" permanezcan en posición subalterna, indígenas. Este conflicto genera lucha y resistencia de ambas partes, de las cuales el resultado no está escrito de antemano, pero tememos lo peor. Debemos esperar que las víctimas del racismo de Estado se organicen rápidamente para que nazca una real alternativa política.
Traducido por: Marisa G. Ruiz Trejo