Decolonial Translation Group


Mohamed Merah y yo

por Houria Boutedlja, portavoz del PIR.

 Intervención de Houria Bouteldja en nombre de « 2012: Primavera de los barrios populares »

 Que la paz esté con mis hermanos y hermanas que están en la sala, a los amigos y militantes. Saludo igualmente al Grupo de las Asociaciones de Bagnolet que ha dado la posibilidad de tener este encuentro y en particular a los electos locales que han tenido la valentía de resistir a las presiones.

Debo concluir este encuentro y quisiera decirles que hay un antes y un después de la tragedia de Toulouse y Montauban. Esta conclusión que he escrito en nombre de la Primavera de los barrios no habría sido lo mismo si este drama no hubiera tenido lugar. Esta conclusión, en este momento tormentoso, será la expresión de mi malestar, de mi consternación, de mi tristeza pero al mismo tiempo de mis esperanzas.

La he titulado "Mohamed Merah y yo":

El 13 de julio de 1998, me quedé dormida siendo yo y me levanté siendo Zinedine Zidane. Era el día posterior de la victoria del equipo de Francia. Sin embargo, yo no soy futbolista.

El 21 de marzo del 2012, me acosté siendo yo y me levanté siendo Mohamed Merah. Sin embargo, nunca he portado armas y nunca he disparado a nadie. El día en el que la identidad del autor de la masacre de Montauban y Toulouse fue revelado, yo me dije a mi misma "es por nuestra cara". Acto seguido una llamada de mi prima, después una de mi tío, luego de las antiguas compañeras del bachillerato, enseguida militantes de todos lados. La mayor parte de ellos y ellas de quienes hablo son "arabo-musulmanes". Y así durante todo el día. Pánico en las redes sociales: “estamos en la mierda”.

¿Por qué estamos vinculados con Mohamed Merah, como la cuerda al ahorcado?

No puedo negarlo. No puedo escapar. No puedo cavar un agujero para enterrarme mientras el tiempo pasa. Mohamed Merah soy yo. Lo peor es que es verdad. Como yo, él es de origen argelino, como yo, él creció en un barrio popular, como yo, él es musulmán. Mohamed Merah soy yo. ¿Qué edad tenía él el 11 de septiembre? 12 años. Un niño en construcción. Después, como yo, se sometió a la increíble campaña político-mediática islamofoba que siguió los atentados contra las dos torres. Porque Mohamed Merah, a los 12 años, era ya Ben Laden. Y vice-versa. Seguramente, en la escuela, lo obligaron a mantener un minuto de silencio por las víctimas del 11 de septiembre. Como yo, la escuela no lo invitó a arrodillarse por los ruandeses, afganos o los palestinos. Como yo, él tuvo que agachar la cabeza durante la destrucción de la casa histórica de Mesopotamia y asistió a la masacre de los iraquís en directo. Como yo, asistió al ahorcamiento de Saddam Hussein, en vivo y en directo, el día de Aïd. Todos los días, él y yo, yo y él, hemos sido impotentes ante la segunda cuestión del velo, la exclusión y la humillación de nuestras hermanas en la escuela. Hemos visto cómo el poder, toda vergüenza, había transformado un principio fundamental de la república, el laicismo, en un arma de combate contra nosotros. Hemos vivido los bombardeos de Gaza y las revueltas populares de 2005, seguidos de la muerte de Zied y Bouna. Como yo, él sabe que los judíos, digo bien LOS judíos, jóvenes como él, franceses como él, pueden tomar el avión para Tel Aviv, ponerse el uniforme israelita, participar en los abusos del ejército más moral del mundo según las palabras de BHL y de regresar a Francia muy cómodos y tranquilos.  Como yo, él sabe que será tratado de antisemitista si apoya a los palestinos colonizados, de integrista si apoya el derecho de usar el velo.

Mohamed Merah soy yo y yo soy él. Nosotros somos del mismo origen pero sobre todo de la misma condición. Somos sujetos postcoloniales. Somos indígenas de la república.

Mohamed Merah soy yo y esta no soy yo. Aimé Césaire, el cantor de la negritud, decía, soy un negro fundamental. Digo esta tarde, soy una musulmana fundamental. Lo que Mohamed Merah nunca tendrá la oportunidad ni la suerte de ser. ¿Qué significa ser un negro fundamental, una musulmana fundamental? Significa ser humano, un ciudadano completo de su humanidad. Es el que se niega a actuar como su enemigo y de identificarse con él. Porque nuestro enemigo en un bárbaro. Aquel que confunde al opresor y al oprimido es un bárbaro. Aquel que mata impunemente en Kaboul con las armas del imperio es un bárbaro, aquel que reprime con sangre Abidjan con las armas del imperio es un bárbaro. A menudo, muy a menudo, son niños a los que se mata. Inocentes.

Esto es por lo que convertiría en culpable a Mohamed Merah si su culpabilidad fuera confirmada. Por su acción, bien sea un joven perdido o un agente de la DCRI, él se ha unido al campo de sus propios adversarios. De NUESTROS adversarios. Por su acción, él se apodera de una de las dimensiones principales de nuestros enemigos: aquella que considera a los judíos como una esencia sionista o una esencia de poco tiempo. Ningún judío nace con el sionismo en la sangre, ningún blanco nace con el racismo en la sangre, ningún árabe, ningún musulmán, ningún negro nace con el odio y el revanchismo en la sangre. Y es precisamente aquí que nuestras rutas se separan. Y es precisamente en esta encrucijada que nos afirmamos o no negros o musulmanes fundamentales. No podemos combatir el racismo y portarlo nosotros mismos o en todo caso revertir la forma. Lo que nos  caracteriza es nuestra determinación a permanecer en el terreno político y sobre aquel de la dignidad humana.

Sin embargo, esta elección de no ceder ante la barbarie no puede ser una elección aislada, individual. No puedo escoger yo sola ser una musulmana fundamental. Es una elección colectiva organizada. Hay que salvarnos unos a otros, hay que protegernos unos a otros. Y hay que proteger a nuestros hijos que sufren esta violencia extrema del mundo en que vivimos y que, para escapar, no encuentran otra mejor salida que reproducirla en toda su monstruosidad.

Y si no hemos sabido proteger a Mohamed Merah de él mismo para protegernos mejor y proteger a la sociedad, es también nuestra culpa. Treinta años de lucha de la inmigración en Francia e incluso más, no han logrado construir una alternativa política para dar un sentido positivo a la rabia y a la ira de aquellas y aquellos que somos y que viven la humillación y la discriminación en los guetos de Francia. Treinta años no han logrado dar a nuestra legítima ira una expresión política. No hemos sido capaces de organizarnos luego de las revueltas urbanas de 2005. Qué haremos mientras las próximas revueltas estallen y que por desgracia no dejaran de producirse.

Cuando lanzamos la Primavera de los barrios, ya sabíamos que la situación era grave, sabíamos que los grandes partidos políticos no solamente no tomarían sus responsabilidades sino que irían a hacer de aprendices de brujas, a jugar con fuego. Sabíamos ya que el racismo, las discriminaciones, los controles raciales, el desempleo masivo fueron causando estragos en las mentes de las víctimas de este orden social.

Organizando esta dinámica, hemos deseado tomar nuestras responsabilidades porque hay un desierto político que debemos cubrir con mucha urgencia. La paz social tiene un precio. Sin justicia, no hay paz. Hoy, las presiones políticas están hechas para sofocar este tímido aliento. Pero nosotros estamos acostumbrados. Herederos de luchas de la inmigración y de los barrios populares, sabemos que nuestras tentativas de organización han sido sistemáticamente destruidas por los poderes centrales y locales. Somos seguramente responsables pero no culpables. En nombre de la Primavera de los barrios, quisiera aquí expresar nuestra profunda tristeza a las familias, a los padres a las madres de las víctimas, adultos y niños de la horrorosa masacre de Toulouse y Montauban y reiteramos nuestro más sentido pésame.

En nombre de la Primavera de los barrios, quisiera igualmente que esta noche tuviéramos todos aquí un pensamiento de solidaridad para la señora Zoulikha Aziri, madre de Mohamed Merah que atraviesa hoy una experiencia terrible. La de haber perdido a su hijo en estas circunstancias terribles, un cuerpo acribillado por treinta balas. La de ser arrojada a la turba popular por haber dado a luz a un monstruo. La del enfrentamiento con el gobierno argelino que le prohíbe el entierro de su hijo en el territorio argelino, la tierra de sus ancestros y de su religión. Y por último, la experiencia de no haber sido autorizada para permanecer junto a su hijo antes de su entierro.

Siento una gran tristeza por todas estas madres y no veo cómo esta tarde podríamos librarnos del deber de aliviar el corazón de las mujeres que deben banalmente parecerse a todas nuestras madres y que el destino ha golpeado cruelmente. No veo cómo podemos librarnos de tener que afrontar el futuro: que nos organicemos para luchar contra el verdadero enemigo: el sistema imperialista, racista y ultra liberal que provoca la muerte masiva de las poblaciones que tienen la desgracia de vivir en los países del sur y la desintegración social de las sociedades occidentales. Grecia y España están en el torbellino de la crisis. Mañana será Francia. Si todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en el desorden del mundo, nosotros no conocemos menos al verdadero organizador, al verdadero culpable. Nuestro destino está en nuestras manos.

Houria Bouteldja, Bagnolet, 31 de marzo de 2012

Traducido por Marisa G. Ruiz Trejo.


Fuente: PIR.