Decolonial Translation Group


¿Para qué sirve el antirracismo universal?

Por Houria Bouteldja y Sadri Khiari


                 

Para que sirve el antiracismo universal

 

 

Mientras que las encuestas muestran un rápido aumento del Frente Nacional que despierta «el fantasma de un 21 de abril», el movimiento antirracista parece encontrar una nueva fuerza, tal y como lo demuestra el activismo de la asociación Dailleurs, nous sommes d'ici[i]. Por nuestra parte, hemos acogido la iniciativa con simpatía y algunos militantes del PIR[ii] (Partido de los Indígenas[iii] de la República) han participado en estas acciones. in embargo, esta conducta abierta no excluye dudas y críticas sobre las que no obstante tenemos el deber de expresarnos públicamente. Además del principio de transparencia en lo que concierne a nuestras opciones políticas y nuestros compromisos que debemos a todos quienes siguen con interés el recorrido del PIR, los espacios de discusión (reuniones o listas de correo) que se han dado a la asociación Dailleurs, nous sommes d'ici son obviamente demasiado limitados para las cuestiones que nos gustaría plantear y que, a nuestro parecer, merecen un debate más amplio entre todos aquellos implicados en la lucha contra el racismo. Las observaciones que hacemos con respecto a D’ailleurs, nous sommes d’ici señalan, más allá de esta asociación, características recurrentes del movimiento antirracista que tenemos que cuestionar críticamente, tanto más cuanto parecen aún posibles nuevas derivas a partir del modo SOS-Racisme[iv].

Estas son algunas de las motivaciones que nos llevaron a escribir las siguientes líneas y a someterlas a debate.

 

El antirracismo universal y el tropismo SOS-Racisme

Ustedes conocerán por supuesto el girasol. En árabe se le llama «la flor enamorada del sol» poniendo de manifiesto su tendencia irrefrenable a girarse hacia el astro solar. Aunque del cometa SOS-Racisme ya sólo queda la cola, al antirracismo universal le resulta difícil romper con el modelo que le ha representado durante tanto tiempo. Un antirracismo de tipo «no toques a mi colega»[v], paternalista, exclusivamente moral, abstracto, cuyo principal adversario es la extrema derecha y que está obstinadamente pegado a las faldas del Partido Socialista (PS).

D’ailleurs, nous sommes d’ici se desmarca positivamente en un buen número de puntos, aunque no podemos abstenernos de señalar algunas tendencias similares en ambos movimientos. SOS-Racisme no tuvo ningún escrúpulo en sustituir a los principales afectados por​​ el racismo, percibidos como puras víctimas, lo que efectivamente no es el caso de D’ailleurs,nous sommes d’ici. Pero, ¿podemos decir, sin embargo, que esta asociación es inmune a dicha tendencia? Tal pregunta no está injustificada, aunque nos imaginemos que pueda fácilmente ofender a algunos militantes.

Efectivamente, hemos observado con aprensión la complacencia que siguió a las manifestaciones del 28 de mayo, a pesar incluso de que además de los sin-papales, (obligados a aprovechar cualquier ocasión para hacer visible su causa), pocos negros, árabes, musulmanes y habitantes de barrios populares han sentido que estas iniciativas les incumban, lo que además era totalmente predecible dada la composición del colectivo. En este sentido, un reportaje difundido en Internet (ver aquí) ha dado una interpretación sorprendente de la manifestación que tuvo lugar en París. Sus realizadores (militantes antirracistas blancos) han logrado la hazaña de hacer invisibles a los manifestantes blancos (para deleite de algunos, si hemos de creer los ecos que nos llegan) para tan solo mostrar prácticamente a sin-papeles y a tunecinos venidos de Lampedusa. ¿Por qué han distorsionado tanto la realidad? ¿No sería para camuflar la incapacidad de D’ailleurs, nous sommes d’ici de movilizar a otros indígenas que no sean los sin-papeles? Si tuviéramos que hacer un resumen de este reportaje utilizaríamos esta fórmula aparentemente paradójica: el vídeo donde los indígenas sirven para enmascarar la ausencia de indígenas.

Por otro lado, sin asimilar las estrategias electoralistas y manipuladores de SOS-Racisme y las motivaciones de D’ailleurs, nous sommes d’ici, hay que mencionar sin embargo que los dos movimientos tienen como objetivo común contrarrestar la influencia de la extrema derecha y de la derecha más racista. Ambos querrían impedirles el paso en el plano electoral aunando todas las fuerzas que se proclaman de izquierdas, sin tener en cuenta las responsabilidades directas que algunas de ellas, especialmente las fuerzas del PS, tienen en las políticas racistas. Es cierto que por ahora el PS no se ha posicionado junto a D’ailleurs, nous sommes d’ici, la cual no se beneficia del poder mediático de la izquierda social-liberal, como sí fue el caso de SOS-Racisme. Por lo tanto, D’ailleurs, nous sommes d’ici guarda una cierta autonomía política con respecto a las estrategias y los cálculos del PS, una autonomía reforzada por la naturaleza de sus principales componentes y los antecedentes de las personas que lo iniciaron, quienes se sabe que tienen muy poco afecto por el partido social-liberal. Pero, ¿cuánto tiempo va a durar esto? Por lo pronto se perciben algunas líneas de fallas que si se agrandaran podrían hacer que las campanas doblaran por la autonomía. Este es en concreto el caso de la timidez del movimiento a la hora de denunciar explícitamente la islamofobia y de combatir las leyes islamófobas (ley sobre el velo o el niqab), por temor a suscitar la ira de las corrientes de izquierda republicanistas y laiconas. Apenas se necesitan tejer algunas redes discretas con Mamans, Toutes Égales[vi] para solucionar el problema. Se hace indispensable afirmar alto y claro que es imperiosa la lucha contra la islamofobia en cualquiera de sus formas. Tal pusilanimidad en esta cuestión no es para que nos tranquilicemos. ¿Qué pasará con esto, en los próximos meses, si las encuestas confirman el crecimiento del electorado de Marine Le Pen?

 

La buena conciencia del movimiento antirracista universal

Existen múltiples factores que explican la fuerza del modelo de SOS-Racisme dentro de la izquierda, incluyendo la izquierda radical. Sólo mencionaremos uno: la mayoría de los militantes antirracistas blancos están convencidos de que el racismo no es más que un arcaísmo ideológico propio de la derecha ideológica o son reacios a reconocer que ellos mismos forman parte del racismo institucional. Apenas si tienen conciencia de los privilegios materiales y simbólicos de los que como blancos se benefician, así como de la supremacía social que les otorgan las desigualdades raciales. Son incapables por tanto de distinguir su antirracismo del antirracismo indígena, y nosotros no podemos más que lamentar que la mera mención de esta diferencia baste para que se cabreen.

Así, el nombre «D’ailleurs, nous sommes d’ici» en su intencionada ambigüedad [por el juego de palabras en francés][vii], oculta las posiciones socialmente jerarquizadas de los blancos y de los indígenas, asimilados de forma abusiva en un «nosotros» que la realidad desmiente. Ahora bien, nos guste o no, las jerarquías raciales implican un ángulo de visión diferente sobre el contenido y sobre los imperativos de una estrategia antirracista. No se trata de poner en duda la sinceridad del compromiso de los iniciadores de este movimiento, y puede suponerse que la elección de este nombre tuvo por motivación la voluntad de identificarse positivamente con los que sufren el racismo a diario. No obstante, esta misma voluntad dará, en el fondo, testimonio de la incapacidad para comprender la naturaleza de la división racial que caracteriza a la sociedad francesa y, por ende, al propio movimiento antirracista. Por cierto que para evitar polémicas estériles, y conscientes de que el concepto de antirracismo blanco podría lastimar a numerosos antirracistas blancos, hemos sustituído aquí esta expresión por la de antirracismo universal.

El compromiso mayoritario del antirracismo universal en la causa de los sin-papeles ilustra los diferentes enfoques de los dos antirracismos, a pesar de que, de nuevo, no contestemos ni la importancia de esta cuestión ni la sinceridad de las motivaciones de todos aquellos que consagran una parte de su tiempo a la defensa de estos inmigrantes a quienes se les niega todo derecho. Cabe efectivamente preguntarse acerca de la propensión de los antirracistas blancos a movilizarse con prioridad y a menudo con celeridad a favor de los sin-papeles, mientras que en relación a otras causas antirracistas igual de importantes como la violencia policial, la islamofobia o las desigualdades raciales para la vivienda y el trabajo, entre otros, sólo se movilizan una pequeñita minoría... Nuestra hipótesis es que esta tendencia a dar prioridad a los sin-papeles reside en la vulnerabilidad que caracteriza a estos últimos y sobre todo en el hecho de que, a pesar de las veleidades de autonomía que algunas de sus organizaciones han sido capaces de demostrar, se ven obligados a buscar el mayor número de apoyos. Actuando con urgencia, no tienen más remedio que contar con el apoyo de las organizaciones de izquierda. Los sin-papeles corresponden así al tropismo SOS-Racisme: es el «colega» ideal. Otra razón se debe sin duda al hecho de que los sin-papales no son ni negros, ni árabes ni musulmanes, ni gitanos, ni chinos o, por decirlo de forma más clara, a los ojos de los antirracistas blancos no tienen más que una «identidad», la de ser indocumentados. A los sin-papales se les ve como parias que rechazan la globalización liberal, mientras que los negros, los árabes, los musulmanes y puede que pronto los asiáticos, que tienen papeles o que son franceses, son ellos quienes interpelan a la sociedad francesa en profundidad que no están dispuestos a irse y con respecto a la cual tienen exigencias más radicales.

 

¿Puede ir a una el antirracismo sin excluir a los indígenas?

Los opuestos a los sin-papales son los franceses musulmanes que se afirman como tales. Estos no son «colegas». Su presencia, más que la de cualquier otra víctima del racismo, divide. De manera general, la lucha contra la islamofobia divide. Lo hemos visto con el caso del velo y otros asuntos similares, lo vemos cada vez que las corrientes de izquierda intentan reagruparse y, para lograr esto, la primera cuestión que se deja de lado es la islamofobia. Las propias convergencias antirracistas tropiezan con esta cuestión. Dicho de otra forma, para evitar tiranteces dentro del antirracismo universal, hay que eludir uno de los temas que preocupan a gran número de indígenas y renunciar, en consecuencia, a verlos comprometerse con el movimiento. Hay que estar ciego para no ver en esta situación, paradójica desde el punto de vista de un antirracismo coherente, el reflejo de una lógica racial a la que la misma izquierda antirracista se encuentra sometida.

El rechazo a hacer la mínima concesión sobre la cuestión de la islamofobia a menudo le ha costado al PIR el reproche de falta delicadeza táctica, léase de ser sectario. Ahora bien, la cuestión de la marginación, total o parcial, explícita o implícita, no es comparable a un compromiso sobre tal o cual revindicación o sobre una simple consigna, cosa que podría justificar una plataforma unitaria. La islamofobia (y las leyes que la institucionalizan) constituyen hoy una de las mayores expresiones del racismo institucional en Francia y saltarse esta cuestión acarrea graves consecuencias. Los indígenas más afectados por la islamofobia no pueden de hecho reconocerse en una movilización antirracista que no se hace cargo de su principal preocupación. Se reproduce así una lógica de exclusión similar a la que viven los musulmanes a escala de toda la sociedad.

Lo más extraño es que el antirracismo universal parece incapaz de percibir esta lógica de exclusión de la que se hace cómplice hasta el punto en que es razonable preguntarse si está realmente preocupado, como afirma, en implicar realmente a los indígenas en los movimientos que impulsa o bien si se contenta con una situación donde los indígenas no existan más que como un cuerpo exterior e indefenso, a los que se encargaría de proteger.

Otro problema, manifiesto, es constantemente eludido por los antirracistas blancos, convencidos de que basta una fuerte convicción antirracista para aniquilar la diferencia entre ellos y los indígenas (en el peor de los casos, quedarán algunos matices en los puntos de vista que un intercambio democrático, siempre dentro del respeto, permitirá fundir en un «universalismo concreto», teniendo en cuenta la pluralidad de «vivencias»). Este problema, que lo hemos repetido muchas veces desde la Declaración de los Indígenas, es que en un marco común, sea cual sea la voluntad de unos y otros, no reina la igualdad: serán políticamente privilegiados aquí quienes sean racialmente privilegiados en la sociedad. Podríamos rellenar páginas y páginas simplemente enumerando las múltiples iniciativas donde se ha reproducido esta poderosa lógica. No cerremos los ojos y no busquemos tranquilizarnos invocando la «libre elección del individuo» capaz de izarse por encima de las determinaciones sociales. Nosotros mismos, indígenas, somos muy a menudo los actores de nuestra propia desposesión política aceptando sin rechistar, por temor a no parecer lo bastante «civilizados» o «progresistas», los mandatos ocultos del antirracismo universal.

 

No tenemos que casarnos para ir juntos al cine

¿Es por tanto necesario encabezonarse, buscar el camino de un espacio estratégico común a la acción antirracista? ¿No es peor paralizarse los unos a los otros o, peor aún, someter a los negros, los árabes y los musulmanes y los habitantes de barrios populares a encrucijadas que ellos mismos no habrían podido definir porque desde el principio les negamos el derecho a organizarse de forma independiente? ¿No es más oportuno organizarse por separado y encontrarse puntualmente para actuar, negociar o debatir? A esta última pregunta respondemos, como sospecharán, positivamente: «los indígenas deben organizarse de manera autónoma, buscando siempre las convergencias, cuando esto resulta ser el interés común». Y nadie duda de que muchos son los intereses comunes unen a quienes sufren de racismo con los demás oprimidos. La única forma de contrarrestar, aunque sea sólo un poco, la tendencia a la reproducción de las jerarquías raciales dentro del movimiento antirracista no es ignorar cualquier forma de reagrupamiento, sino, seguramente, que los negros, árabes, musulmanes, habitantes de barrios populares estén en condiciones de oponer su fuerza colectiva a estas tendencias, es decir, que se doten de sus propios espacios políticos autónomos. ¿Es esto ser sectario o rechazar cualquier alianza? ¡Es evidente que no! Así que tendremos que preguntarnos sobre las determinaciones y las motivaciones profundas de este tipo de acusaciones, que tanto los textos del PIR como sus prácticas desmienten.

En cuanto al antirracismo universal, su principal razón de ser debía residir, por un lado, en el apoyo a las luchas y a los espacios autónomos de los que se dotan los indígenas y por el otro, en la lucha contra su propio campo. Precisemos: no combatiremos el racismo teniendo como único adversario la derecha sarkozista y la extrema derecha ya que uno de los principales vectores de la política racista es también el PS y ciertas franjas islamófobas de la «izquierda de la izquierda». Transformar las relaciones de poder exige, además de la movilización y la organización autónoma de los mismos indígenas, transformar la propia izquierda en profundidad. Esta es una de las tareas del antirracismo universal sincero: sacudir la izquierda, denunciarla, obligarla a sumarse a una gestión antirracista, a riesgo de producir rupturas, y no buscar el pequeño mínimo común denominador «antirracista» para oponerse a Le Pen/Sarkozy. Hay que movilizarse tanto contra estos últimos como contra el PS por imponer al conjunto de fuerzas que se proclaman de izquierda, un compromiso antirracista prioritario en su política.

«Le dais juego a la derecha, no sabéis nada de táctica política». Esto es lo que básicamente nos responderán algunos, olvidadizos de las políticas dirigidas por el PS con el apoyo o el aval de sus aliados cuando han estado en el gobierno, olvidadizos también de las negaciones de estos mismos partidos en la oposición o de las prácticas racistas de la mayoría de sus elegidos. «Marine Le Pen será peor», nos dirán igualmente la víspera de las próximas elecciones presidenciales y nuestros antirracistas blancos sin unirán sin dudar al PS para hacer que ocurra lo «menos malo». Más grave que esta política a corto plazo y de la desesperación es que muchas personas dentro del antirracismo universal sigan convencidas de que todos nosotros estamos en el mismo bando del PS y de que la recomposición de la izquierda tiene que hacerse contando con este partido.

En cuanto a nosotros, ya hemos probado al PS como opción «menos mala» y no queremos repetir, gracias. No cederemos a este chantaje, ya presente camuflado en las últimas iniciativas antirracistas. Estamos en cambio convencidos de que la eficacia de una lucha antirracista razonable implica no ser más este «electorado forzado» sobre el cual establecer impunemente desde hace decenios los componentes mayoritarios de la izquierda. La capacidad de los movimientos antirracistas universales a comprometerse con esta vía constituirá para nosotros una prueba de su verdadero compromiso a nuestro lado.

 

Actuar a largo plazo por una mayoría antirracista y decolonial

Algunos verán en este trabajo una nueva provocación por parte de los indígenas. Ni por asomo. Nuestro propósito no es de ninguna forma culpabilizar o dudar de la sinceridad de los compromisos de nadie. Las cuestiones que tratamos no se refieren a los individuos en particular, por quienes podemos tener el mayor de los respetos, sino a las lógicas sociales y políticas en las que se encuentran «atrapados» como una mosca en la miel, lógicas que no podrán contrarrestar si se niegan a reconocer que la miel ¡es pegajosa! Nuestro objetivo es ayudar a disipar algunas ilusiones que obstruyen el antirracismo, demasiado bonachón, de la izquierda blanca a fin de encontrar las formas más eficaces de combatir las políticas racistas y represivas que amenazan, además de a las poblaciones inmigrantes, a los franceses víctimas del racismo que viven en los barrios populares. En otras palabras, preferimos poner nuestras opiniones sobre la mesa, a riesgo de hacer daño, con la esperanza de que esto ayude a poner al día las condiciones necesarias para que sean posibles verdaderas convergencias en la acción y que puedan, a plazos, dar a luz a una mayoría política antirracista y decolonial en Francia [1].

 

Houria Bouteldja y Sadri Khiari

En París, a 10 de junio de 2011

 

 

[1] Véase «Principios políticos generales del PIR», disponible en francés en <http://www.indigenes-republique.fr/article.php3   ?id_article = 738> cuya traducción al español se encuentra disponible en <http://www.decolonialtranslation.com/espanol/pirprincipiosEsp.html>. Véase también «El objetivo político del PIR: un gobierno decolonial», disponible en francés en <http://www.indigenes-republique.fr/article.php3   ?id_article = 929>.

 

Traducido por Beatriz García Quesada para Decolonial Translation Group.

Título original: A quoi sert l’antiracisme universel ? 

Texto original en francés disponible aquí.



[i] NT: «Dailleurs, nous sommes d'ici» es un colectivo surgido en Francia en enero de 2011 de corte antirracista que pretende «hacer una llamada para la movilización nacional y unitaria contra el racismo, contra la política de inmigración del gobierno y por la regularización de los sin-papeles». Sitio web oficial (en francés) disponible en <http://dailleursnoussommesdici.org>.

 

[ii] NT: PIR, Partido de los Indígenas de la República: Partido político antiimperialista y anti sionista, tal y como lo definió su portavoz Houria Bouteldja, constituido como tal en 2010 a raíz del movimiento político de protesta antirracista del mismo nombre que aparece en Francia en 2005. Sitio web oficial disponible en <http://www.indigenes-republique.fr/>.

 

[iii] NT: El término indigènes (indígenas) es utilizado por los miembros del PIR para definirse a sí mismos con respecto a la sociedad francesa, haciendo un claro referente a la historia colonial de Francia, cuando el imperio francés usaba dicho término para referirse a los sujetos coloniales en sus colonias a través del mundo. Cabe destacar que el movimiento conocido como «Los indígenas de la República» en Francia se compone principalmente de jóvenes franceses de origen africano, árabe, y antillano nacidos y criados en Francia que viven la experiencia del racismo colonial y su consiguiente marginación y explotación social.

 

[iv] NT: SOS-Racisme: ONG francesa fundada en 1984 y muy cercana al Partido Socialista francés, de hecho, algunos miembros del PS ayudaron a fundar esta asociación. Sitio web oficial disponible en <http://www.sos-racisme.org/>.

 

[v] NT: Traducción literal del eslogan que aparece en el logo de la asociación SOS-Racisme.

 

[vi]  NT: El colectivo francés MTE, Maman Toutes Égales (Madres, Todas Iguales), milita contra la prohibición para las madres que lleven velo islámico de acompañar a sus hijos a la salida de clase. Este colectivo cuestiona la igualdad entre las madres y denuncia la situación de exclusión a la que se ven sometidas. Sitio web oficial disponible en <http://mamans-toutes-egales.tumblr.com/>

 

[vii] NT: El juego de palabras se basa en el uso de la expresión «Dailleurs», utilizada con doble sentido, el de la expresión española «por cierto», cuando se usa para llamar la atención en una conversación y el de «de otros lugares lejanos». Así, la frase queda ambigua por la doble idea que transmite: «Por cierto, somos de aquí» y el de la contraposición «Somos de otros lugares» - «Somos de aquí».